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caracas crítica

Dos décadas perdidas

Por: Alejandro Torres



Hace veinte años, cuando Occidente se fue a la guerra a países lejanos y desconocidos por el grueso de la población contra un enemigo etéreo y difícil de definir, pocos pudieron haber imaginado el alcance del conflicto, las consecuencias que tendría en casa y en última instancia la frustración abrumadora que ha reinado en los últimos años culminando en una retirada que pintó más de huida. La confianza absoluta de una victoria total en 2001 es el opuesto polar al clima de derrotismo de hoy en día. Pudiera hablarse de volver al primer escalón, pero lo cierto es que el mundo que existía el 10 de septiembre de 2001 y el actual son lugares completamente distintos.


Ese mismo orden ha tenido que atravesar múltiples crisis que de alguna forma u otra encuentran un nexo con los ataques del 11-S.

Entiéndase por Occidente no a las misiones militares como la ISAF o siquiera la OTAN, sino al orden mundial establecido después de 1989 con la caída del Comunismo en Europa y la expansión de la Democracia y el Capitalismo por el planeta. Aquel panorama al que Fukuyama veía como punto final de la historia estaban en la mira de Al-Qaeda de la misma forma que Las Torres Gemelas, el Pentágono y el Capitolio, puesto que esto era lo que representaban: El corazón económico, militar y político de occidente – no solo de Estados Unidos. Ese mismo orden ha tenido que atravesar múltiples crisis que de alguna forma u otra encuentran un nexo con los ataques del 11-S.



La crisis de refugiados del Mediterráneo es un ejemplo de ello, consecuencia de la inestabilidad política en Oriente Medio instigada en parte por grupos que han surgido como consecuencia de la Invasión de Irak (como el caso de ISIS, por ejemplo); y que ha contribuido al auge del euroescepticismo en la UE que últimamente se materializó en el Brexit, que supone el primer quiebre en el sistema político-económico reinante en Europa Occidental desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. Por otra parte, del otro lado del Atlántico, Trump gana gracias en parte a su violento rechazo de la guerra en Afganistán y su voluntad de orientar EE. UU a una política más aislacionista sin consideración alguna por la red diplomática que el gigante norteamericano lleva tejiendo por décadas. Estos sucesos impactan otros que nada tienen que ver con la política como el COVID-19, que si bien el virus es apolítico, la respuesta que se le ha dado ha sido cualquier cosa menos eso. El pobre manejo durante los momentos iniciales de la pandemia en Estados Unidos puede atribuirse al liderazgo acéfalo de aquel momento que además envalentonó al movimiento antivacunas que ha resurgido por primera vez en décadas por todo occidente. Estos tópicos, que en un principio parecen ser no-relacionados con Al-Qaeda o Bin Laden, eventualmente encuentran una relación que si bien no es directamente causal sí hace más complicada y confusa la situación.


Lo anteriormente expuesto no supone que la Pax Americana de los años 90 hubiera cursado 30 años sin dificultad alguna, pero sí es de notar las fisuras que aquellos ataques han causado no solo en nuestro sistema político y económico, sino en nuestra propia percepción de la realidad. El imaginario colectivo vive con más miedo que antes y añorando un pasado que no necesariamente era mejor. Quizá los daños que sufrió Bajo Manhattan hace 20 años no se han curado del todo.


 

Alejandro Torres (2000)



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