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caracas crítica

Foucault y la “actitud moderna” en la Venezuela de hoy

Actualizado: 5 mar 2021

A través de la pregunta sobre el significado histórico de la Ilustración, Michel Foucault propone un espíritu filosófico que denomina “actitud moderna”, y que puede ser interpretado en relación con nuestra forma de vida en una Venezuela convulsa.


Por: Ernesto Borges.


Michel Foucault y Jean-Paul Sartre, hablando con periodistas, durante una manifestación en 1972 en protesta contra el asesinato de Pierre Overney.
Michel Foucault y Jean-Paul Sartre, hablando con periodistas, durante una manifestación en 1972 en protesta contra el asesinato de Pierre Overney.

En 1984 Michelle Foucault (1926-1984) publicó un texto en el que intentaba repensar la pregunta: ¿Qué es la ilustración? Propuesta anteriormente por el filósofo Immanuel Kant (1724-1804). Una interrogante que difícilmente tiene, en sus palabras, una respuesta unívoca ni mucho menos concreta. Pues no es una pregunta sobre el pasado histórico sino que interpela directamente nuestro propio presente. Más aún si intentamos enlazar estas problemáticas con nuestras vidas rutinarias en una Venezuela como la contemporánea.


La ilustración en el texto de Kant era el objeto de una interrogante que entrevió en su contexto presente una “diferencia” histórica que apuntaba a un cambio: la mayoría de edad de los hombres y su capacidad de discernimiento autónomo. Para el filósofo alemán “La ilustración es la salida del hombre de su condición de menor de edad de la cual él mismo es culpable. La minoría de edad es la incapacidad de servirse de su propio entendimiento sin la dirección de otro” (Kant, p.10), una idea que asumía un compromiso y una atención respecto del contexto más inmediato del que formaba parte.


De esta forma el famoso ensayo de Kant se presenta como una invitación a pensar el presente —con sus constreñimientos y determinaciones impuestas— pero también como una tarea que debe ser asumida con lucidez. Ahora, el interés de Foucault sobre Kant no se limita propiamente a revisar la tesis kantiana sobre la Ilustración, sino más bien a pensar a partir de su texto la íntima relación que se establece entre el presente y el futuro como una “diferencia”.


El futuro como “diferencia” no es más que la brecha disruptiva y crítica de la imaginación y el entendimiento que se consolida en la atención sobre el momento presente. Es decir, la actividad lúdica y artística de pensar el presente, y nuestra modernidad, como otra, plural y diferente. Lo que Foucault asocia a la Ilustración es una “actitud moderna” que se distingue por su enfoque a lo cotidiano, perentorio y singular, y que desde allí busca transgredir los propios límites de lo real hacia nuevas formas de imaginar el presente. Inspirado en las figuras literarias de Baudelaire, Foucault escribe que:


Para la actitud de la modernidad, el alto valor del presente es indisociable de la obstinación en imaginarlo de otra manera y en transformarlo, no destruyéndolo sino captándolo tal cual es. La modernidad boudeleiriana es un ejercicio en el que la extrema atención a lo real es confrontada con la práctica de una libertad que simultáneamente respeta esa realidad y la viola. (Foucault, 1984, p.12).

Caracas, Avenida Urdaneta
Caracas, Avenida Urdaneta

En Foucault, esta “actitud moderna” invita a detenerse en lo convencional de nuestras vidas cotidianas, para repensarlas, y de allí atisbar nuevas posibilidades de convivencia y expresión, latentes en las rendijas de nuestra experiencia histórica. Ahora, para el venezolano esta invitación supone un compromiso y esfuerzo más que complejo, en la medida en que, para la mayoría, la vida en Venezuela se ha vuelto un transcurrir de crisis y complicaciones, laberínticas y amenazantes. No es una exageración considerar que, como lo hace el economista Roberto Casanova (2015) “la crisis es, en todo caso, la actual forma de funcionar del país” (p.11).


La primera reflexión que se asoma a nuestras conciencias encuentra en el pasado un mejor lugar, lleno de vínculos y relaciones hoy perdidas o degeneradas. Nuestra relación con los espacios públicos también funge como un ejemplo de esta experiencia que encuentra en el exterior, un vivo recuerdo de una realidad que hoy está en colapso o en plena convulsión. Cómo considera el doctor Raúl Gonzales Fabre, en un sentido político, “es posible pensar que en Venezuela hay una aspiración no realizada de construir una cultura pública distinta a la que tenemos, una aspiración que espera oportunidades institucionales de realizarse” (Fabre, 2005, p.12). Pero ante la inmensidad de una realidad sociopolítica que nos constituye y amenaza, la actitud de luto por lo ausente puede volverse un veneno autodestructivo.


Pasillo de la facultad de humanidades de la UCV
Pasillo de la facultad de humanidades de la UCV

La “actitud moderna” de Baudelaire y Foucault posee la particularidad de concebirse como un “ethos”, una forma de “vida filosófica en la que la crítica de lo que somos es a la vez análisis histórico de los límites que nos son impuestos y la prueba de su posible franqueamiento” (Foucault, 1984, p.18). De modo que la “actitud moderna”, dirigida a la interrogación crítica sobre el presente, vislumbra también el chance y la necesidad de interrogar e interpretar al sujeto que la asume.


En Venezuela esta coyuntura contemporánea de “crisis sistematizada” y deterioro de la cultura cívica[1] puede y debe hacer surgir la pregunta sobre ese “yo” que vive y padece las cambiantes dinámicas sociopolíticas que lo condicionan. Asimismo, surge con mayor vigor la exigencia de pensar el propio presente desde las múltiples narrativas (políticas, antipolíticas y autoritario-populistas) dominantes que nos han acompañado en el tiempo resiente, y su relación con las formas de sociabilidad cotidianas que hemos establecido entre nosotros. Pero no sólo para comprender ni simplemente asimilar modelos de vida o alternativas políticas ya planeadas y naturalizadas como “correctas” y “deseables”, sino también para trasgredir hacia el terreno la posibilidad siempre abierta que cada modelo de vida (o alternativa política) esconde en su “pretensión de validez”.


De ningún modo la pregunta kantiana sobre una diferencia en la historia se muestra superada, tampoco la cuestión sobre las aspiraciones emancipatorias de una ilustración —individual o colectiva—, y en esa medida estas preguntas suponen un claro reto para nuestro presente: uno que invite a imaginar la posibilidad más que asimilar la alternativa.

[1] Que a grandes rasgos también puede ser identificada como la crisis de un proyecto ilustrado en la nación.


Referencias bibliográficas:

-Casanova, R. (2015) Libertad, emprendimiento y solidaridad: 10 lecciones de economía social de mercado. Editorial Alfa.

-Fabre, R. (2005). La cultura pública en Venezuela. Publicaciones UCAB.

-Kant, I. (1784). ¿Qué es la ilustración?. Traducción del profesor Rubén Jaramillo V. texto tornado de Argumentos No. 14 a 17, 1986.


 

Ernesto Borges (1999)


Licenciado de Estudios Liberales por la Universidad Metropolitana (UNIMET).

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